SIETE FALDAS Y UN PATÁN
Comedia de jóvenes enamorados y un vil caballero
Por: Ben Gavarre
PERSONAJES
DONCELLA: Joven, soñadora, pero con un ingenio agudo.
VIL CABALLERO: Arrogante, grandilocuente y bastante torpe.
DULCE DONCEL: Tierno y un poco ingenuo.
ACTO I: La Doncella y el Caballero
(Escena: Un prado idílico. Sol, nubes. Una oveja, algunos arbustos. La doncella deshoja una margarita.)
DONCELLA: Mi doncel me ama. Mi hermoso doncel es mío, él me ama a mí. Es mi hermano, mi amigo. Mi proveedor de agua, mi proveedor de queso. Yo quiero a mi doncel y él ama a su doncella. Me ama, es mío y yo soy de él.
(El Vil Caballero llega en su caballo de utilería. Es alto y fuerte.)
VIL CABALLERO: (Pomposo) Yo te deseo. ¡Sí! Quiero besarte y poseerte porque eres… como una manada de potros. Haces que mi espíritu se levante, que mi potro relinche. ¡Mi corazón se eleva a doscientas cincuenta pulsaciones por minuto! Mi…
DONCELLA: Sí, sí, sí, ya, ¡ya! Entendí. Pero, déjame decirte: eso no se va a poder. ¿Doscientas cincuenta pulsaciones? No soy cardióloga, caballero.
VIL CABALLERO: ¡Y si me agarraras la pierna subirían a trescientas cincuenta!
DONCELLA: (Fría) NO le agarro nada. No me interesan tus pulsaciones. Vaya en paz, caballero, y dejadme disfrutar de mi amor por mi hermoso doncel.
VIL CABALLERO: (Indignado) ¿Conque esas tenemos? ¡Tú, mi aldeana de las mil faldas…!
DONCELLA: Siete son mis faldas, no mil.
VIL CABALLERO: Siete. Mil. Como quieras. Todas te las quitaré, para mi deleite.
DONCELLA: Para el mío, sigue tu camino. Estas faldas, las siete, son para mi dulce doncel, no para vos.
VIL CABALLERO: ¿No te das cuenta de que soy un caballero con un gran potro salvaje, un castillo, salones enteros, guantes y esta espada? ¡Tengo, tengo, tengo!
DONCELLA: Ah, qué bien. ¿Sabes? Lo único que tu insigne persona sabe decir es "tengo, tengo, tengo". Y no me interesa. ¿Qué, me vas a forzar con esa espada? Eso no sería muy caballeroso.
VIL CABALLERO: (Se quita la espada y la guarda.) ¡Soy un caballero sin defensa! Sin espada y sin guantes. Soy vuestro, doncella. ¿Qué más quieres?
DONCELLA: Nada, caballero. Me basta con el amor de mi amado doncel hermoso.
VIL CABALLERO: (Irónico) Ah, ¿el doncel que no tiene nombre? ¿No has dicho que hablas de tener también?
DONCELLA: ¡Sí tiene nombre! Pero la diferencia, amigo, es que yo lo tengo a él y él me tiene a mí. Nos tenemos. Es mutuo.
VIL CABALLERO: Ah, qué lindo.
DONCELLA: ¿Verdad? Ahora, si no tienes otra cosa que decirme, por favor, vos y vuestro salvaje caballo, aléjense de aquí.
VIL CABALLERO: ¡Además de hermosa como una gran vaca lechera, sois una astuta zorra!
DONCELLA: ¿Vaca? ¿Zorra? ¿Esos son tus elogios? Te ruego, caballero, toma un curso de piropos y cuando llegues al quinto grado, úsalos con otra, porque yo solo quiero a mi hermoso doncel.
VIL CABALLERO: Sí, sí, el doncel sin nombre. Me voy. Debo recordarte, un poco de humildad y cortesía no vendría mal en una muchacha tan voluptuosa y ancha.
DONCELLA: ¡Voluptuosa y ancha! ¡Dios te perdone! Ve con Dios, caballero. Y no olvides el curso.
VIL CABALLERO: Lo haré. Pero volveré.
DONCELLA: Y yo no te habré de esperar. Adiós.
VIL CABALLERO: Adiós, doncella, magnífica como una pera en su jugo.
DONCELLA: ¡Una pera en su jugo! ¡Adiós!
(El caballero se va. Llega el Dulce Doncel en un burrito de utilería.)
DONCEL: ¡Eh, dulce doncella! ¿Qué te dijo ese malvado caballero que acaba de partir?
DONCELLA: Nada importante. Es más patán que malvado. Me preguntó por una dirección.
DONCEL: ¿Una dirección en el prado?
DONCELLA: Se me insinuó con gran torpeza.
DONCEL: ¡Me hierve la sangre! ¡Le daré una tunda si regresa! ¡Lo moleré a golpes!
DONCELLA: Eres muy dulce, amigo mío, pero no hace falta. Es un tarugo. Mejor dime, ¿traes mi agua y mis manzanas?
DONCEL: Y también todo el amor que tengo para ti.
DONCELLA: (Extiende una de sus faldas como mantel. Se sienta.) Me encanta estar cerca de ti, sobre una de mis faldas.
DONCEL: Y yo, dulce doncella, tengo ganas de darte todas las manzanas de la tierra y toda el agua fresca.
DONCELLA: Y a mí me enloquecen tu agua fresca y tus manzanas jugosas.
DONCEL: También te traje queso.
DONCELLA: Lo pondré entre mis pechos.
DONCEL: Es queso fresco.
DONCELLA: Entre mis pechos se conservará mejor.
DONCEL: Y te traje… un champiñón.
DONCELLA: ¿Solo uno?
DONCEL: Lo encontré en el campo. Es único.
DONCELLA: (Lo mira, hipnotizada.) ¿Estará bueno?
DONCEL: Si está bueno para ti, está bueno para mí.
DONCELLA: (Lo toma.) Lo guardaré entre mis pechos.
DONCEL: (Emocionado) Dulce Doncella, tus palabras me han dado ganas de bailar.
DONCELLA: Pues bailemos. Escucho una música como no hay otra.
DONCEL: ¡Yo también!
DONCELLA: Es la misma. ¡Bailemos! Me gustaría bailar “La del Molinito”.
DONCEL: Me gusta “La del Molinito”. Y te traje esta corona de flores.
DONCELLA: Me haces feliz. (Se la pone.) Y, dime, Dulce Doncel, ¿sabes bailar “En un solo pie”?
DONCEL: ¡Por mi vida, que sí! ¿Adelante o atrás?
DONCELLA: ¡Qué bien! Ahora, haz girar la cabeza.
DONCEL: ¡Ese me gusta! (Gira la cabeza.) ¿Así?
DONCELLA: Hermoso doncel, ¿sabes hacer “El de la Cabeza que gira”?
DONCEL: ¡Por el alma de mi madre, que lo sé! ¿Está bien así?
DONCELLA: ¿Y el de los brazos arriba y piernas flexionadas?
DONCEL: Eh… ese no lo conozco.
DONCELLA: No importa. Volvamos al “Molinillo”. O a “La Farándula”.
(Bailan. Después de un rato, se sientan a comer.)
DONCEL: Podríamos comer un poco del queso que tienes entre tus pechos.
DONCELLA: Y después un poco de agua fresca.
DONCEL: Y después un poco de agua fresca.
DONCELLA: (Le da una manzana.) Toma. Es para tu camino.
DONCEL: ¿Para mi camino? ¿Ya no me quieres a tu lado?
DONCELLA: Por ahora es mejor que vayas a la aldea. Yo te alcanzo. Tengo que cuidar a la oveja.
DONCEL: ¿Y si el caballero regresa?
DONCELLA: Sé defenderme. Con mi cayado puedo darle de golpes. Ve tranquilo.
DONCEL: (Envalentonado) ¡Me quedo! No quiero que ese patán te moleste. Lo combatiré con mi fuerza. ¡Lo moleré a golpes! Yo soy rudo, yo soy hábil.
DONCELLA: Sí, sí, mi amor. Todos lo saben. Eres valiente. Pero por ahora, mejor ve a la aldea.
DONCEL: (Monta en su burrito.) Me voy, me voy.
DONCELLA: Adiós, hermanito mío.
DONCEL: Adiós, hermanita.
DONCELLA: Adiós.
DONCEL: Pronto te veré.
DONCELLA: Hasta lueguito.
DONCEL: Te adoro más.
DONCELLA: Vete ya, amigo mío, así nos extrañaremos más.
DONCEL: Adiós, amada.
DONCELLA: Adiós.
(Dulce Doncel sale de escena. La doncella tararea. Saca el champiñón de entre sus pechos y se lo come con fascinación. Su expresión cambia. Parece hipnotizada. Se queda completamente quieta.)
Acto II: La afrenta del Caballero
(Cambio de iluminación. El Vil Caballero llega, sin guantes y sin espada. Gira alrededor de la Doncella. Ella no reacciona. Él se dirige al público.)
VIL CABALLERO: (Secreto) No entiendo por qué la Dulce Doncella no me puede amar. Soy un buen partido. Soy un caballero. Tengo un castillo. Y no soy feo. ¡Nadie lo dude! Soy sexy y guapo.
(Pausa)
VIL CABALLERO: ¡Doncella! ¿Por qué no me escuchas? He vuelto sin defensa. Quiero llevarte a mi castillo. Te enseñaré muchas cosas. Estuve practicando bellas palabras. Escucha: "Tu blusa, me encanta. Y tu mentón. Y tu garganta… y tus pechos…”
(Se detiene. Piensa.)
VIL CABALLERO: O mejor esto: "Quiero estar cerca de tu costado. Y agarrarte de los costados. Estar encima… o debajo… No, no es así…”. "Si te beso en la boca, querrás ser mi amiga". ¡Lo leí en un libro!
(La mira fijamente.)
VIL CABALLERO: ¿Qué te pasa? Estás como dormida. Parece que… ¡ajá! Algún duende del sueño te posee. Esto no está tan mal. Puedo aprovechar la oportunidad. Le haré una broma.
VIL CABALLERO: (Se acerca y le habla al oído.) Doncella… Dulce Doncella…
(La Doncella repite “Doncella…” como un eco.)
VIL CABALLERO: ¡Muy bien! Repite conmigo: "YO estoy del Caballero enamorada".
DONCELLA: (En trance) ...Caballero enamorada.
VIL CABALLERO: "YO adoro todo lo que me dice el caballero, es un grandioso seductor".
DONCELLA: ...un grandioso seductor.
VIL CABALLERO: "YO voy a ir a su castillo, porque es muy guapo y sexy".
DONCELLA: ...muy guapo y sexy.
VIL CABALLERO: "Voy a hacer todo lo que me pida. Prometo".
DONCELLA: ...todo lo que me pida. Prometo.
VIL CABALLERO: “Y ahora le voy a dar un besito”.
(La doncella se queda en silencio. Él insiste.)
VIL CABALLERO: ¡Un besito! ¡Beso!
(Ella no repite. El caballero se frustra.)
VIL CABALLERO: ¡Ya veo! No quieres repetirlo. Pues aunque no quieras… ¡soy yo el que te va a dar un besito!
(El Caballero empieza a besarla. Ella lucha, tratando de despertar de su trance.)
DONCELLA: (Confusa) ¡No, dejadme! Esto es una afrenta. ¡Auxilio!
VIL CABALLERO: Te lo buscaste. No me diste esperanzas y ahora…
DONCELLA: (Despertando) ¡Yo nunca te di esperanzas! ¡Dónde estás, dulce Doncel, ven pronto!
(Dulce Doncel se asoma detrás de un arbusto, enojado y asustado.)
VIL CABALLERO: Tu doncel no está. Y si lo estuviera, es tan débil que nada podría hacer.
(El Doncel, valiente, sale de su escondite y se enfrenta al caballero.)
DONCEL: ¡Acabad de una vez, villano! ¿No sabes quién soy yo? ¡Soy su enamorado y acabaré con tus viles acciones!
VIL CABALLERO: No me hagas reír, muchacho. Eres tan débil como una flor.
DONCEL: (Golpeando al aire) ¿A quién llamas flor? ¡Te haré saber la fuerza de mis golpes!
VIL CABALLERO: Yo sé esgrima y pugilato. Tú eres una débil ramita.
DONCEL: (Le da puñetazos rápidos pero débiles.) ¡Te declaro mi enemigo! ¡Estoy dispuesto a terminar contigo!
VIL CABALLERO: (Recibe los golpes con fastidio.) Ya me estás cansando. Es mi primer aviso.
DONCEL: ¿Primer aviso? ¿Habrá otros?
(El caballero le da un duro bofetón. Y otro. Y otro. El Doncel cae al suelo, derrotado.)
DONCEL: (Llorando) ¡Ay, ay, ay de mí! ¡Habré de acabar contigo!
(La Doncella, con los gritos, despierta del todo y se enfrenta al caballero.)
DONCELLA: ¡Cómo os has atrevido, truhán! ¡Desalmado! ¡Bellaco!
VIL CABALLERO: ¡Te equivocas! No soy de la villa, soy de alcurnia. Tú solo tienes juventud y… tus anchas caderas.
DONCELLA: (Amenazante) ¡Cómo te atreves! ¡Te enseñaré buenos modales!
VIL CABALLERO: ¿También me pegarás? No puedes ni juntando fuerzas con tu amiguito.
DONCELLA: Pues lárgate. No recibirás golpes, pero sí nuestro desprecio.
VIL CABALLERO: Ya me voy. Su desprecio me lastima. Soy un caballero sensible.
DONCELLA: ¡Alejaos! Eres un patán. Un gandul. No vales ni la saliva que se me escapa al hablarte.
VIL CABALLERO: (Lloriquea) ¡Todo eso! Soy un caballero sensible. Es más, para demostrar mi buena voluntad, me gustaría invitarlos a mi castillo, no solo a ti, dulce doncella, sino también a ti, esforzado doncel.
DONCELLA: Habrase visto tal manera de mentir y de aparentar dolor y simpatía.
DONCEL: No habrías de llevarnos a la doncella y mí si no planearas un sucio truco vil, de vil caballero.
VIL CABALLERO: ¿Una estratagema decís, gentil amigo? Lejos de mí ese pensamiento que desconfianza os causa. Os aseguro que invitaros a los dos sería mi regocijo. Os presentaría a mi madre, la duquesa, y a mi padre fallecido os daría a conocer por medio de su vivo retrato que ocupa la sala familiar. Aún más, a ti gentil muchacho, habríate de obsequiar un caballo para que proveer pudieras a Dulce Doncella de no solo manzanas y agua fresca, sino también del vino del castillo y fiambres y estofados varios. A Ti, Dulce Doncella, habríate de regalar vestidos de algodón de Flandes y zapatos con listones rosados y peinetas… y más faldas para ti... Qué os parece.
DONCEL: (Entusiasmado) ¿De veras? ¡Un caballo para mí! ¡Y faldas y zapatos para ti, Dulce Doncella! ¡Él puede merecer una oportunidad!
DONCELLA: No sé… de repente, ¿muestra amistad?
VIL CABALLERO: Mi castillo está dispuesto. ¡Venid, los dos!
DONCELLA: (Al Doncel) ¿Raro, no? Un caballo para ti…
DONCEL: ¡Es un caballo! ¡Nadie te regala un potro hoy en día!
DONCELLA: (Al Caballero, con tono seductor) ¿Qué escondéis detrás de esta generosa invitación? ¿No querrás quizá dejar a mi doncel encerrado y luego… mostrarme las habitaciones… encender las lámparas… quitarme mis siete faldas, una por una… tomarme de la cintura… besarme el cuello… apretar ligeramente mi garganta…?
VIL CABALLERO: (También excitado) ¡Eso era lo que yo deseaba!
DONCELLA: ¡Soy carne encendida! ¡Fuego de locura! ¡Háblame, háblame, mi caballero lujurioso! ¿Qué me harías?
VIL CABALLERO: (Torpe) Te agarraría del costado. Y de las rodillas. Y te daría pellizcos en las rodillas… Y te jalaría los dedos de los pies. ¡Los dos!
DONCELLA: ¿Solo eso? Sé que puedes ser más creativo.
VIL CABALLERO: Yo… yo… te quitaría las siete faldas, te besaría el cuello, te apretaría la garganta…
DONCEL: (Celoso) ¡Eh, eh! ¿No has olvidado un detalle?
VIL CABALLERO: (Confuso) No. No creo.
DONCEL: ¡Sí! Se te olvida que yo también estaría en la alcoba. Viéndote jalarle los dedos de los pies, y besarle, y apretarle la garganta.
VIL CABALLERO: (Nervioso) Eh… no, no, no. No se me había ocurrido, pero si lo deseas…
DONCEL: (Aterrado) ¡No, no! ¡Yo no estoy preparado para tales invitaciones!
VIL CABALLERO: (Frío) Ya no hay invitación, Doncel. No es así, ¿Doncella?
DONCELLA: (Desencantada) No. No vamos a ir a ninguna parte. Olvídalo.
VIL CABALLERO: ¿Ya no quieres jugar? ¡Tan bien que íbamos!
DONCELLA: ¡Me enfríe! Habéis perdido la oportunidad. Yo soy de mi hermanito. Me quedo con mi dulce doncel. ¡Alejaos!
VIL CABALLERO: ¡Pero me habéis encendido! ¡No podéis dejarme así!
DONCEL: (Fanfarrón) ¡Ya oísteis! A ella no le parece, ni a mí tampoco. ¡Abur!
DONCELLA: ¡Vete ya!
VIL CABALLERO: ¿Creen que me pueden dejar así? ¡Les ofrecí vestidos, zapatos y un potro!
DONCEL: Ya no lo quiero. El amor por mi amiga es más grande.
DONCELLA: No puedes comprar nuestro amor.
VIL CABALLERO: ¿Amor? ¡Me encendisteis la pasión y ahora la pagas, quieras o no!
(El caballero se lanza sobre la Doncella. La tira al piso e intenta someterla.)
DONCELLA: ¡Dejadme, vil! ¡Me las pagaréis! (Al Doncel) ¡Ayuda, amigo mío! ¡Pégale!
(El Doncel toma el cayado y empieza a golpear al Caballero.)
DONCEL: ¡Hasta aquí llegasteis! ¡Paga tu afrenta!
(El Caballero se levanta, esquivando los golpes.)
VIL CABALLERO: ¡Por la espalda me pegas! ¡Eres un tramposo!
(La Doncella se sube a la espalda del Caballero y lo toma del pelo.)
DONCELLA: ¡Dale duro, amigo! ¡No permitas que abuse!
VIL CABALLERO: (Lloriquea) ¿Abusar yo? ¡Si me atacaron entre los dos! ¡Basta! ¡Me voy! ¡Prometo no volver!
(La Doncella le quita el cayado al Doncel y golpea al Caballero.)
DONCELLA: ¡No te vas sin una disculpa!
VIL CABALLERO: ¡Ya basta de golpes! ¡Ya dije que me voy!
DONCELLA: ¡Sin una disculpa sincera no te vas!
VIL CABALLERO: No lo haré. No es necesario.
DONCELLA: ¿Mala mujer? Me has querido abusar.
DONCEL: Y a mí me has abofeteado. ¡Disculpas!
VIL CABALLERO: Está bien. Lo siento. Fui muy rudo. Me excedí. Lo hice a mi pesar.
DONCELLA: ¿Y?
VIL CABALLERO: ¿Y qué más? ¡Con eso es suficiente!
DONCEL: Por mí está bien.
DONCELLA: A mí no me parece. No pareces sincero. ¡Hazlo de nuevo!
VIL CABALLERO: (Con fastidio) Lo siento, Doncella. Lo siento, Doncel. Espero que perdonen mis excesos. Os ofrezco mis más sinceras disculpas.
DONCELLA: Disculpas aceptadas.
DONCEL: Aceptadas son.
DONCELLA: Ve en paz a tu castillo.
DONCEL: A tu castillo ve.
VIL CABALLERO: (Incrédulo) ¿Después de tantas disculpas no serán un poco más amables?
DONCEL: ¿Otra vez con lo de sensible?
VIL CABALLERO: Pues he de confesar que sí lo soy. Podríamos compartir un poco de comida aquí, si estáis de acuerdo.
DONCELLA: ¿Eso queréis?
VIL CABALLERO: Yo digo, si gustáis.
DONCEL: Por mí sea bienvenido el caballero. Podrías, doncella mía, poner algunas de tus faldas para tres, y tenemos manzanas y queso y agua fresca.
DONCELLA: (Extiende dos faldas.) Si es así… no me parece mal.
Acto III: El final feliz
(Los tres se sientan. Comen. El Caballero prueba una manzana. Los tres están en silencio.)
VIL CABALLERO: Esto es… magnífico. Me da gusto que nos hayamos reconciliado.
DONCEL: En eso estoy de acuerdo.
DONCELLA: Y yo también.
DONCEL: Es muy cierto.
DONCELLA: Claro que sí.
(Pausa larga. Se escucha música idílica. El Caballero, incómodo, se levanta.)
VIL CABALLERO: Bueno, pues ha sido un placer. Me retiro.
DONCELLA: ¿Ya te vas?
VIL CABALLERO: Ya me voy.
DONCEL: Adiós, caballero. Espero verte pronto.
VIL CABALLERO: Así será. Adiós, Doncella. Adiós.
(El caballero se va. La Doncella y el Doncel lo ven partir. Se escucha música rítmica. Sube el volumen.)
DONCEL: Oye, doncella. ¿Ahora sí escuchas la música?
DONCELLA: Música… ¡sí! Es muy hermosa.
(El Doncel empieza a bailar. La Doncella se levanta. La música es alegre.)
DONCEL: Es maravillosa. ¿Quieres bailar conmigo?
DONCELLA: (Ríe.) Siempre es un placer.
DONCEL: Bailemos juntos.
DONCELLA: Bailas muy bien, dulce amigo.
DONCEL: Tú también.
(Se besan y se quedan abrazados mientras la luz se va volviendo un hermoso atardecer. Telón.)
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