miércoles, 24 de septiembre de 2025

Lo que pienso y lo que digo. Por BENJAMIN GAVARRE

  

Lo que pienso y lo que digo

 

Por GAVARRE BENJAMIN

 

 

 

Esta obra ha sido publicada para su difusión libre y gratuita, si bien quedan reservados todos los derechos de propiedad intelectual. El uso público de esta obra requiere el permiso del autor y a fin de recabar la correspondiente autorización dirigirse a bengavarre@gmail.com o gavarreunam@gmail.com   (Reg. Prop. Int. Expte. Inbox)

 

Reparto


Violeta:

Una mujer que se presenta como una "reina" y se comporta de manera pretenciosa. Aunque en público parece digna y un poco fría, sus monólogos revelan un lado egoísta y malicioso. Disfruta sintiéndose superior, pero en el fondo, tiene una curiosidad "mórbida" y un deseo oculto por lo poco convencional. Es la primera en expresar su indignación por la "indecencia" de los demás, pero acaba aceptando su propia depravación.

Jonás:

Un hombre que se muestra  como un ser estoico y agotado, remando el solo un bote. Sus monólogos internos lo describen como alguien lleno de frustración y un deseo de castigar a Violeta por su actitud. Es propenso a las acciones absurdas e inesperadas, como sacar una sopa de la nada y desvestirse de repente, lo que lo convierte en un personaje bizarro, pero carismático.

Alfredo:

Se presenta como un "Peter Pan", infantil y necesitado de atención. Sus monólogos demuestran una necesidad de ser humillado y un deseo de sentirse amado a través de la dependencia. Disfruta provocando a Lucrecia y le gusta la sensación de ser admirado. Se considera "inútil", pero usa su vulnerabilidad para manipular a los demás y obtener lo que quiere.

Lucrecia:

Una mujer que se comporta como una terapeuta "agotada" o una madre. Sus apartes revelan que está cansada de ser la que soluciona los problemas y desea un hombre que la cuide y le dé placer, en lugar de uno que la necesite constantemente. Se debate entre su rol profesional y un deseo sexual reprimido, sintiéndose "indecente" y "una cualquiera" por sus impulsos.

Sr. Vendaval:

Un personaje misterioso que irrumpe en la escena para exponer la hipocresía de los demás. Funciona como una especie de director de orquesta o deidad del purgatorio que obliga a los personajes a confrontar su verdadera naturaleza. Es cínico, directo y no tiene miedo de señalar la "moral de mierda" de los demás, mostrándoles que su "vergüenza burguesa" es lo único que los detiene. Se revela como un hombre mayor, obeso y lleno de lunares, cuya apariencia desafía las convenciones de la decencia que tanto critican los personajes.

 

 

Acto I

Escena I: La lancha y la sopa

El escenario está en penumbra. Al encenderse las luces, vemos a Violeta sentada en un barco velero de utilería, con su sombrilla de playa abierta. Jonás está a su lado, en el agua hasta los tobillos, empujando el bote con un palo de escoba. Él parece exhausto; ella se ve inexpresiva.

 

 

Violeta

(En voz alta)

Si quieres, me bajo.

(Monólogo de Violeta)

¡Por favor, que no diga que sí! Que siga empujando. Me encanta sentirme como una reina. Ojalá le dé un calambre. A ver qué tan filósofo se pone con un testículo hinchado.

Jonás

(En voz alta, sin aliento)

No, no. Ya casi llegamos a la orilla.

(Monólogo de Jonás)

Dios mío. Si esta puta mujer no se calla, le voy a dar con el palo en la cabeza. La voy a dejar en esta playa abandonada.

(Jonás se agacha, saca de la nada un plato de sopa de pescado, se sube al borde del barco y empieza a comer. Violeta lo mira estupefacta).

Violeta

(En voz alta)

¿Qué es eso?

(Monólogo de Violeta)

¡Qué asco! ¡Qué maldito  asco! ¡Pescado! ¿En serio? Ojalá me dé indigestión y vomite encima de sus zapatos.

Jonás

(En voz alta)

Sopa de la abuela. Me la dio mi mamá. ¿Quieres?

(Monólogo de Jonás)

Se está aguantando el vómito. ¡Qué bueno! ¡Se lo merece! Quería un hombre misterioso, pues aquí está. Ahora la voy a dejar muda.

(Jonás se levanta de un brinco, se quita la ropa de calle revelando un atuendo de gondolero con camiseta a rayas y un short. Se quita a camiseta y se acaricia el mismo sus brazos y su cara. Violeta lo mira atónita, su cara se vuelve roja de indignación).

Violeta

¡Jonás, no! ¿Qué te pasa? ¿Qué haces?

(Monólogo de Violeta)

¡No, no! Esto es demasiado. Nos van a ver. ¡Qué vergüenza! Y, sin embargo, siento una curiosidad... morbosa. Sigo pensando que se ve ridículo, pero... ¡qué se sentirá que me dé un paseo así!

Jonás

(En voz alta)

¡Te voy a dar un paseo! ¡Un paseo de amor!

(Jonás se agacha y en el lugar de las piernas de Violeta se pone a remar con las manos mientras sonríe con malicia. Ella lo mira y, de repente, se le ve una sonrisa perversa, toma una cuchara de sopa de pescado y lo amenaza con ella. Él se ve asustado. Violeta se levanta y parece que le va echar la sopa a la cara, pero lo agarra a bofetadas. Jonás se queda petrificado).

Violeta

(En voz alta)

¡Y ahora, por indecente, a la orilla!

(Violeta se baja del bote. Jonás, rojo de indignación y de estupor, se queda solo, inmóvil en el agua).

(Oscuro).


Escena II: La Estación del Trenecito

La luz revela a Alfredo y Lucrecia sentados en una banca de estación de tren. Él está jugando con una bola de estambre. Ella lo mira con ojos de terapeuta agotada.

 

 

Alfredo

(En voz alta)

¿Y entonces? ¿Aún estamos en terapia?

(Monólogo de Alfredo)

¡Qué estúpido soy! ¡Claro que estamos en terapia! ¡Esta es la putísima terapia! Necesito que me grite, que me humille. Solo así me sentiré amado.

Lucrecia

(En voz alta)

Depende. ¿Quién está en el diván?

(Monólogo de Lucrecia)

¡Maldito sea! Peter Pan. Siempre huye. ¡Qué humillación! Quiero un hombre que me dé un masaje. Que me dé un abrazo. ¡Un orgasmo! Por favor, un orgasmo.

(Alfredo se levanta y se sienta en el regazo de Lucrecia, le pone la bola de estambre en la mano y empieza a ronronear como un gato. Lucrecia lo mira con los ojos desorbitados).

Alfredo

(Con una voz infantil)

Sabes que te gusta que te necesiten.

(Monólogo de Alfredo)

¡Toma, perra! Le di donde le duele. Le gusta que la necesiten. Y yo soy el más necesitado. La tengo en mis manos.

(Alfredo se separa bruscamente, se para en la banca, y con una mirada de conspirador, empieza a desabotonarse la camisa. Lucrecia se sorprende, pero en su rostro hay una mezcla de deseo y asco. Alfredo se da cuenta de la mirada de ella y se excita más. El deseo de ser admirado es el mayor de sus afrodisíacos).

Alfredo

(Con una voz más grave)

¿Quieres que te haga un striptease?

(Monólogo de Lucrecia)

¡Sí! ¡Sí, quiero! ¡Me muero por un orgasmo! ¡Esto es lo que he estado esperando! No. No. ¡Qué asco! Es mi cliente. Es mi hombre. ¡Qué indecente! Pero... ¡Oh, Dios! Qué cuerpo tiene. Quiero manosearlo. Tocarlo. ¡Tocárselo todo! ¡Qué vergüenza! ¡Qué perra soy! Quiero meterme… sus… Se va a quitar todo, síii.

(Alfredo se quita la camisa. Lucrecia, sin poder controlarse, alarga la mano y le toca los pectorales y luego las nalgas. Alfredo la mira con indignación).

Alfredo

(En voz alta)

¡Qué bárbaridad! ¿Cómo te atreves? Dije un Striptease…

(Monólogo de Alfredo)

¡Sí! ¡Lo logré! ¡Me manoseó! ¡Me agarró las nalgas! ¡Me puso super caliente! ¡Y ella es una perra caliente! Ah, pero voy a dejarla así, no me importa. Pero se lo voy a restregar en la cara. ¡Es una depravada! ¡Y yo lo soy más!

(De repente, entra un tren de juguete que avanza por el escenario. Alfredo se baja de la banca. Toma una cuerda del pequeño el tren y sale de escena jalándolo. Lucrecia se queda sola, con las mano en el aire, como tocando un cuerpo ausente, petrificada por lo que acaba de suceder).

(Oscuro).


Acto II

Escena III: El Purgatorio va a Mahoma

La luz revela a los cuatro personajes sentados en el bar-buffet. Jonás con su atuendo de gondolero, Violeta con su paraguas. Alfredo, en un rincón, con la cara enrojecida, y Lucrecia, mirando al vacío. Hay un silencio tenso.

 

Violeta

Si quieren, voy por un martini.

(Monólogo de Violeta)

Estos dos son unos raros. ¿Un gondolero? ¿Un tarado? ¿No hay nadie normal? ¿Un contador? ¿Un médico? ¿Un... veterinario?

Jonás

(En voz alta)

No. Yo me iré por un café.

(Monólogo de Jonás)

Esta gente es una tortura. ¿Martinis? ¿Café? ¡Por favor! Somos seres superiores, ¿no? ¡Estamos de viaje! ¡Somos una generación privilegiada, aunque digan que no servimos para nada.

Alfredo

(En voz alta)

Yo necesito un mezcal.

(Monólogo de Alfredo)

¡Un mezcal helado! ¡Un mezcal frío como la chingada! ¡Un putísimo mezcal! Pero muy fino.  Eso es lo que necesito. Y un perro. O un gato. O algo que no sea esta gente. ¡Soy un inútil!

Lucrecia

(En voz alta, sin mirar a nadie)

¿Alguien quiere un té de manzanilla?

(Monólogo de Lucrecia)

¡Qué vergüenza! ¿Té de manzanilla? ¿Eso es lo que ofrezco? Estoy harta de ser como una madre. La psicóloga. La que soluciona problemas, sí, cómo no. ¡Quiero un hombre de verdad! Quiero un orgasmo. ¡Solo he tenido uno en la vida! ¡Quiero un hombre!

(Un hombre con un maletín, vestido con un traje de oficinista barato, se acerca a la mesa y se sienta sin ser invitado. Es el Señor Vendaval. Se detiene, los ve, toma una bocina y lanza un grito que hace que la escena se congele).

 

 

Señor Vendaval

(En voz alta)

¡Deténganse! ¡Alto! ¡Se acabó! ¡La verdad tiene que salir!

Señor Vendaval

(En voz alta)

Vamos a jugar un juego. Vamos a quitarnos una prenda por cada verdad que se digan.

(El Señor Vendaval se desabrocha un zapato. Lucrecia, con los ojos llenos de deseo, se quita la blusa. Alfredo, el calcetín. Jonás, la camisa de rayas).

Señor Vendaval

(En voz alta)

¡Tú! (Señala a Violeta) ¿Qué piensas de este par de ridículos?

Violeta

(En voz alta)

Pienso que son dos perdedores.

(Monólogo de Violeta)

¡Al fin! ¡Al fin se los pude decir!

(Alfredo se quita el otro calcetín. Lucrecia se quita el cinturón. Jonás, la gabardina).

Señor Vendaval

(En voz alta)

¡Tú! (Señala a Alfredo) ¿Qué piensas de la cara de su mujer?

Alfredo

(En voz alta)

Pienso que tiene cara de abuela amargada.

(Monólogo de Alfredo)

¡Sí! ¡Sí, lo dije! Se lo dije en su puta cara.

(Lucrecia, que se ha quitado ya el cinturón, se lo pone en el cuello como si se fuera a ahorcar).

Señor Vendaval

(En voz alta)

¡Tú! (Señala a Lucrecia) ¿Qué piensas de tu hombrecito?

Lucrecia

(En voz alta)

Pienso que es un mocoso cobarde, que se la pasa buscando la aprobación de las demás, pero que no se atreve a decir que me ama. Y ya no me quiere coger.

(Monólogo de Lucrecia)

¡Se lo dije! ¡Se lo dije! ¡Lo amo! ¡Y lo odio! Pero al menos lo dije.

(Alfredo se desabrocha los pantalones y se queda en boxers. Jonás se quita los shorts y se queda en un calzón de superhéroe).

Señor Vendaval

(En voz alta)

¡Y yo! ¡Yo estoy harto de ustedes! ¡De su falsedad! ¡De su moral de mierda! ¡Ahora… Pongan mucha atención! ¡Porque yo les voy a dar un espectáculo!

(El Señor Vendaval se quita el traje y se queda en calzones con una camiseta de gondolero toda llena de agujeros. Es un hombre extremadamente gordo y viejo, cubierto de lunares, y la risa se les muere a los cuatro. Se quedan petrificados, y sus monólogos son de asco y de burla).

Alfredo

(En voz alta)

¡Es un indecente!

Lucrecia

(En voz alta)

¡Qué vergüenza!

Violeta

(En voz alta)

¡Esto es inaceptable! No nos gustan los gordos. No nos gustan los viejos.

Jonás

(En voz alta)

¡Vamos a llamar a la policía!

(Monólogos de los cuatro, furiosos)

¡Cómo se atreve este viejo asqueroso! ¡Esto es un abuso! ¡Somos gente decente! ¡Moral y buenas costumbres! ¡Qué asco! ¡Qué indecente! ¡Nuestros valores! ¡Nuestra dignidad! ¡Todo lo que nos ha costado! ¡Y ahora este depravado! ¡Que se largue! ¡Que se vaya al carajo!

(El Señor Vendaval los mira con una sonrisa de absoluta malicia. Los acusa con el dedo).

Señor Vendaval

(En voz alta)

¡Ah! ¿Con que moral y decencia? ¡Con que indecente! ¡No, no! Yo no soy el indecente. Ustedes lo son. Porque se mueren de ganas de hacer todo lo que yo les pedí. Pero la vergüenza burguesa y la moral de mierda que dicen tener es más fuerte que su deseo. Ahora, por favor, continúen. Ya me cansé.

(El Señor Vendaval se sienta en una silla y saca un plato de palomitas, observándolos. Los cuatro se quedan inmóviles. Lentamente, la ira se va transformando en una risa nerviosa. Se ríen de sí mismos. Se abrazan. Se besan).

Violeta

(Señalando a Jonás)

Siempre supuse que serías un gondolero sexy de closet.

Jonás

(Señalando a Violeta)

Y tú la reina de la sopa de pescado, ja.

Alfredo

(A Lucrecia)

Eres una perra depravada, ¿y sabes qué? Me encanta que seas así.

Lucrecia

(A Alfredo)

Tú eres un mocoso cobarde, pero me excitas como ningún otro. Me excitas muchísimo.

Violeta

(Dirigiéndose al público)

La vida es una comedia, amigos.

Jonás

(Dirigiéndose al público)

Y a veces te la pasas fingiendo y no cumples ninguno de tus verdaderos deseos.

Lucrecia

(Dirigiéndose al público)

A veces vale la pena dejarse iiir.

Alfredo

(Dirigiéndose al público, con una sonrisa de oreja a oreja)

¿Y saben qué? ¡Yo no sé qué tanto me ven! Ya, no nos, vean… La verdad somos muy tímidos.

(El Señor Vendaval se ríe a carcajadas. Los cuatro personajes se abrazan, mientras el telón baja lentamente).

(Oscuro final).

La última cafetería del barrio (Breve farsa en un solo acto) . Por BENJAMIN GAVARRE

  

 

 

La última cafetería del barrio

(Breve farsa en un solo acto)


Por BENJAMIN GAVARRE

 

Esta obra ha sido publicada para su difusión libre y gratuita, si bien quedan reservados todos los derechos de propiedad intelectual. El uso público de esta obra requiere el permiso del autor y a fin de recabar la correspondiente autorización dirigirse a bengavarre@gmail.com o gavarreunam@gmail.com   (Reg. Prop. Int. Expte. Inbox)

 

Personajes:

  • Elisa: 40 años, propietaria de la vieja cafetería tradicional "El Bocado Perfecto".
  • Ricardo: Propietario de "Cuaz Corporation", una cadena de edificios y franquicias.
  • Leo: El cocinero de la cafetería, un anciano cascarrabias.
  • Tres Guerreros: Jóvenes activistas antigentrifi-cación.

(La escena transcurre en "El Bocado Perfecto", una cafetería antigua con sillas de madera y mesas de mármol. Al fondo, se ve la cocina. En la ventana, se refleja un letrero de neón de "MacTonto's" con una hamburguesa de cartón. Leo está limpiando platos en la cocina. El letrero "abierto" está encendido. Hay una puerta al fondo que da a una pequeña habitación con una cama).


Escena I

(Leo y Elisa)

Leo:

(Sacudiendo la cabeza, mientras pule una taza antigua)

No está bien, Elisa. Te estás arruinando la vida. Los vecinos de arriba ya vendieron y se mudaron, y la "experiencia gastronómica" de enfrente ya tiene seis reseñas de cinco estrellas, solo porque ofrecen leche seca, húmeda y esponjosa... ya viste... ¡Si hasta el gato del edificio prefiere su leche a la nuestra! Pero tú, ¡no te has querido modernizar! Nosotros solo ofrecemos leche entera y entera con chocolate... No tenemos nuevos clientes, Elisa... y los de siempre ya se fueron a otro barrio o simplemente se murieron... Bueno, también se fueron a otro...

Elisa:

(Vestida con un delantal impecable y el pelo recogido en un moño estricto)

Yo no me pienso modernizar nada. ¿Para qué? Este es mi negocio. Y lo voy a mantener de la manera tradicional.

Leo:

Pues qué bueno que el negocio está a tu nombre y que tienes los papeles en regla, porque he sabido de varios casos que obligan a los propietarios a vender sí o sí... Y luego nada más ponen sus Airbnbs... sí que sí...

Elisa:

(Con el puño cerrado)

¡Te pido el favor de no volver a hablarme de esas cosas! Me niego a convertirme en una de esas personas sin alma que viven en un Airbnb. Yo tengo mi casa, pero duermo aquí en mi local que es para mí la vida entera. El edificio entero ya casi lo vendieron o fueron obligados a vender, pero a mí no me van a sacar de aquí más que muerta, ¿lo oyes?

Leo:

En lugar de hablar así sería mejor que hicieras las paces con "Cuaz Corporation", tal vez te lo compren y luego lo puedas rentar...

Elisa:

Pero qué dices... Yo no tengo que pagar una renta por algo que es mío... (En comedia) Es mío, ¿lo oyes?

(Se oye un fuerte ruido que viene del baño, cristales y un cuerpo que cae... y un quejido. Es el sonido de alguien entrando por una ventana).

Escena II

(Elisa, Ricardo y los Guerreros)

(Entra Ricardo, muy adolorido por el golpe de haberse caído desde la ventana del baño, viene con el pelo revuelto, un traje de diseñador manchado y un ojo morado. Afuera de la cafetería vemos a los tres Guerreros Unidos que lo habían estado golpeando y luego persiguiendo... Están cómicamente furiosos detrás del ventanal, haciéndole gestos. Ricardo no suelta un folleto todo manchado de sangre de "Cuaz Corporation", su futuro está en el aire).

Elisa:

(Alterada, a Ricardo)

¡Y quién es usted y por qué cree que puede meterse en mi propiedad! ¡Exijo una explicación!

Ricardo:

(Con voz de superioridad, alterado y pidiendo explicaciones)

¡Señora, usted me conoce, soy Ricardo! He tratado por todos los medios de que me venda, no se haga la que no me conoce... Y ahora, ya se puso del lado de la violencia, ¡envió a esos mandriles furiosos para que me golpearan! ¡Usted hizo que esos manatíes andrajosos se pusieran a perseguirme!

Elisa:

(Seca, sin mirarlo)

¿Qué desea?

Ricardo:

Su propiedad, ya lo sabe. Este es el único edificio de la cadena Cuaz que no ha sido vendido en su totalidad. Y todo por qué... por un café rancio, unos cuernitos duros... (Mira alrededor con desprecio) ...una cueva anticuada que no conoce todavía que hay iluminación inteligente, digital... ahorradora, con foquitos led...

Elisa:

(Con una hostilidad cómica)

¿Ya terminó, don... ¿Ricardi?

Ricardo:

Usted se ha convertido en una piedra en las... Usted es un obstáculo molesto y antiguo. Mire, ya le ofrecimos cinco veces el valor real de su mugrero... Usted sabe que no le queda de otra, todos venden.

Elisa:

(A Leo)

Leo, ofrécele uno de nuestros frapuchinos a este señor... y dale una rebanada de pay de maracuyá (Leo asiente y se mete a la cocina).

(A Ricardo)

La gente viene a mi lugar por tradición, porque aquí la atendemos con calor de hogar.

Ricardo:

(Se burla)

Sí, ya lo creo... un calor de hogar del siglo XX... Y es maracuyá... No mura... cuyá... Usted es obsoleta. Se lo digo con todo respeto, y aunque esté usted muy guapa. (Carraspea por haber dicho lo que no debía) ¿Tradición? ¡Este barrio ha sido tomado por la juventud! Y los jóvenes no saben y no quieren saber nada del pasado. Por el amor de Dios, hasta su cocinero es tan viejo como una reliquia tibetana. ¡Este local ya no funciona en mi barrio! Usted ni siquiera vende café rubio y café húmedo... Escúcheme bien... Ser snob no es para nada un exceso... Ser snob se ha convertido en privilegio.

Elisa:

(Con una mezcla de ira y fascinación)

Así que yo le gusto.

Ricardo:

Sí, lo dije, pero nada que ver, eso es otra cosa.

Elisa, pues mire, don Ricardi... Usted me parece un cavernícola con dinero. Usted quiere que se vendan en mi local hamburguesas de cartón de MacTonto y pollo lleno de estrógenos y grasas trans. Mi café es real. Mis pasteles son reales. Mi vida es real. Y es auténtica, es de aquí, de este, mi barrio.

Ricardo:

(Se acerca a ella, con una sonrisa maliciosa)

¡Sabe... y se lo digo sin el menor de los respetos... Usted es una mula vieja y anticuada. No sé cómo pudo llegar a gustarme... ¡Su local es un lunar horrendo en esta que es mi aldea global! Pero en fin... en Cuaz Corporation nos cansamos de esperarla, así que hemos tenido que usar otros métodos. Hemos tenido que tomar otras... medidas...

(En ese momento, los tres Guerreros entran en la cafetería, con bates y pancartas que dicen: "NO A LA GENTRIFICACIÓN" y "EL BARRIO NO SE VENDE").

Guerrero 1:

(Grita)

¡Elisa, no te dejes engañar por este malévolo, criminal, nauseabundo, hijo del Diablo!

Guerrero 2: (A Ricardo)

Viejo perro, puerco, cerdo, malandrín.

Guerrera:

¡Lo hemos estado cazando y ahorita mismo lo vamos a poner en su sitio, la basura!

(Se oye el sonido de un celular. Ricardo sonríe cínicamente. Ricardo contesta y habla como si estuviera hablando con un banco).

Ricardo:

Sí, sí, he autorizado la transferencia. Cinco millones de dólares. A la cuenta de Elisa. ¿Me dice que verificaron su cuenta? Excelente... Sí, ese es el nombre, Elisa del Campo. (Cuelga) Sabe... no fue tan difícil conocer su número de cuenta... (Voltea a ver al Viejo Leo, que hace gestos de incomprensión total)... Eso le pasa por no aceptar tarjetas de crédito... Pero por lo menos acepta transferencias, ¿no es así, Leo? (Leo se lleva la mano a la cabeza. Se da cuenta de que le tendieron una trampa).

Elisa:

(Alterada)

Pero cómo se atreve. Usted... Usted... El único cliente nuevo... ¡Maldito!

Ricardo:

¡No se altere! ¡Usted ha recibido ya el depósito de la venta por su local! Y está obligada a aceptar, ¿sabe? He notificado la transacción al departamento de contraloría y supervisión y mis abogados están listos para demandarla si se niega a cumplir con el trato.

Elisa:

No le creo una palabra. ¡Usted es un desalmado! ¡Un gentri... gentri... ficador! ¿Se cree que puede hacer todo lo que se le venga en gana?

Ricardo:

(Con cinismo)

Claro. ¿Pues cómo cree que se hacen los negocios si alguien no acepta negociar? Valga aquí la... Es la ley del mercado. ¿Sabe? O vendes o te saco del camino. Hay de esas dos sopas. Algo muy bueno puede salir de todo esto... (Expresando otra vez sin querer su atracción por Elisa) Ahora que es rica tal vez se pesque un marido que la quiera así de bella y anticuada como está.

Elisa:

¡No, no lo acepto! Le voy a pedir que se vaya en este instante.

Leo:

(Sale de la cocina, con un gran cuchillo de chef en la mano)

¡Elisa, no dejes que se vaya! ¡Voy a hacer que retroceda y anule toda su horrible trampa!

Ricardo:

(Con furia)

¡Yo tengo a toda una barra de abogados de mi lado! ¡Ya me voy, pero ustedes dos van a tener que salirse de aquí, más rápido de lo que se imaginan!

(Ricardo se dispone a salir pero los Guerreros lo interceptan).

Guerrero 1:

(Tajante, poderoso)

¡Momentito! ¡Ya fue suficiente de tanto abuso y grosería! ¡Haremos un juicio sumario contra este desalmado!

Leo:

(Con su cuchillo)

¡Y yo no lo dejaré ir hasta que firme un documento y admita que el local es de Elisa!

(Los guerreros lo amarran a una silla. Ricardo se niega, pero el cuchillo de Leo y la fuerza de los Guerreros lo obligan).

Ricardo:

(Con una risa amarga)

¿Juicio? ¿En contra del libre mercado? Por favor. Y después de atarme a la silla qué van a hacer. El trato ya está consumado. Consummatum est.

Guerrero 2:

(Se acerca con un puño cerrado)

No me caes bien. Tú y todos los que son así como tú. ¡Admite tus crímenes! ¡Admite que la gentrificación es un delito moral!

Ricardo:

(Se acomoda en la silla)

Admito que ha habido... excesos. Sí. Hay gente que no encaja. Sus casas son vendidas y sus tiendas son sustituidas por cosas que nadie necesita pero que todos quieren. Mis abogados se encargan de los inconvenientes. Pero no me arrepiento. Es el progreso. La aldea global es para los que la construyen, no para los que se quedan en el pasado.

Leo:

¡Miente! ¡Miente como vil serpiente! ¡Ahora firme este documento! (Le entrega un escrito "hecho sobre las rodillas")

Ricardo:

(Revisando el papelito con aire condescendiente. Con un suspiro dramático, como si se rindiera a un capricho)

Al menos conoces el poder de una firma, viejo tramposo. Está bien. Llamaré a mis abogados para que se desistan del intento de compra del local. Y firmaré. No es la primera vez que pierdo una batalla, pero la guerra ya la gané.

Guerrero 1:

¡Ya! Y entregue su identificación. Firme aquí, y también aquí, al margen... Muy bien...

Ricardo:

(Firma resignado y con las emociones encontradas. Lo desatan de la silla y trata de verse menos descompuesto. Luego mira a Elisa con intención)

Me hubiera gustado que las cosas fueran diferentes, Elisa. Usted... me gusta y lo sabe.

Elisa:

(Con un tono muy cómico)

Ah, ja, ja, ja... Pues usted no me gusta, pero para nada. Preferiría casarme con Don Leo antes de pensar en unirme a un tipo como usted.

Leo:

(Se encandila y dice, con una sonrisa)

¿Conmigo...? ¡De verdad?

(Todos mueren de risa por lo desproporcionado de la propuesta).


Oscuro.

The Last Cafe in the Neighborhood (A short one-act farce) By BENJAMIN GAVARREW

  


 

 

The Last Cafe in the Neighborhood

(A short one-act farce)

 

By Ben GAVARRE

 

This work has been published for free and open dissemination, although all intellectual property rights are reserved. The public use of this work requires the author's permission and in order to obtain the corresponding authorization contact bengavarre@gmail.com or gavarreunam@gmail.com (Reg. Prop. Int. Expte. Inbox)

 

Characters:

  • Elisa: 40 years old, owner of the old, traditional cafe "The Perfect Bite."
  • Ricardo: Owner of "Cuaz Corporation," a chain of buildings and franchises.
  • Leo: The cafe's cook, a grumpy old man.
  • Three Warriors: Young anti-gentrification activists.

(The scene takes place in "The Perfect Bite," an old cafe with wooden chairs and marble tables. In the background, the kitchen is visible. In the window, a neon sign for "MacTonto's" with a cardboard hamburger is reflected. Leo is cleaning dishes in the kitchen. The "open" sign is lit. There is a door in the background that leads to a small room with a bed).

Scene I

(Leo and Elisa)

Leo:

(Shaking his head, as he polishes an old cup)

It's not right, Elisa. You're ruining your life. The neighbors upstairs have already sold and moved out, and the "gastronomic experience" across the street already has six five-star reviews, just because they offer dry, wet, and foamy milk... you saw... Even the building's cat prefers their milk to ours! But you, you haven't wanted to modernize! We only offer whole milk and whole milk with chocolate... We don't have new customers, Elisa... and the regulars have either moved to another neighborhood or simply died... Well, they also moved to another...

Elisa:

(Dressed in a pristine apron with her hair tied in a tight bun)

I have no intention of modernizing anything. Why? This is my business. And I'm going to keep it in the traditional way.

Leo:

Well, it's a good thing the business is in your name and you have your papers in order, because I've heard of several cases where they force owners to sell, like it or not... And then they just put up their Airbnbs... for real...

Elisa:

(With a clenched fist)

I'm asking you not to talk to me about those things again! I refuse to become one of those soulless people who live in an Airbnb. I have my house, but I sleep here in my place, which is my whole life. The entire building has almost been sold or the owners were forced to sell, but they will only get me out of here dead, do you hear me?

Leo:

Instead of talking like that, it would be better if you made peace with "Cuaz Corporation," maybe they'll buy it and then you can rent it...

Elisa:

What are you saying... I don't have to pay rent for something that is mine... (Comically) It's mine, do you hear?

(A loud noise is heard coming from the bathroom, glass breaking and a body falling... and a groan. It's the sound of someone entering through a window).

Scene II

(Elisa, Ricardo, and the Warriors)

(Ricardo enters, in a lot of pain from the fall from the bathroom window. His hair is a mess, his designer suit is stained, and he has a black eye. Outside the cafe, we see the three United Warriors who had been beating him and then chasing him... They are comically furious behind the window, making gestures at him. Ricardo doesn't let go of a blood-stained "Cuaz Corporation" brochure; his future hangs in the balance).

Elisa:

(Agitated, to Ricardo)

And who are you and why do you think you can enter my property! I demand an explanation!

Ricardo:

(With a superior tone, agitated and demanding an explanation)

Ma'am, you know me, I'm Ricardo! I have tried by all means for you to sell to me, don't pretend you don't know me... And now, you've taken the side of violence, you sent those furious baboons to beat me! You made those raggedy manatees start chasing me!

Elisa:

(Dryly, not looking at him)

What do you want?

Ricardo:

Your property, you know that. This is the only building in the Cuaz chain that hasn't been sold completely. And all because... of a stale coffee, some hard croissants... (He looks around with contempt) ... an old-fashioned cave that doesn't yet know about smart, digital... energy-saving lighting, with LED lights...

Elisa:

(With comical hostility)

Are you done yet, Mr.... Ricardi?

Ricardo:

You have become a thorn in the... You are an annoying, old obstacle. Look, we already offered you five times the real value of your junk... You know you have no other choice, everyone sells.

Elisa:

(To Leo)

Leo, offer this gentleman one of our frapuchinos... and give him a slice of passion fruit pie (Leo nods and goes into the kitchen).

(To Ricardo)

People come to my place for tradition, because here we serve them with warmth.

Ricardo:

(Scoffs)

Yeah, I believe that... a warmth from the 20th century...  You are obsolete. I say this with all due respect, and even though you're very beautiful. (He clears his throat for having said what he shouldn't have) Tradition? This neighborhood has been taken over by youth! And young people don't know and don't want to know anything about the past. For God's sake, even your cook is as old as a Tibetan relic. This place no longer works in my neighborhood! You don't even sell blonde coffee and wet coffee... Listen to me carefully... Being a snob is not an excess at all... Being a snob has become a privilege.

Elisa:

(With a mix of anger and fascination)

So you like me.

Ricardo:

Yes, I said it, but that has nothing to do with it, that's another thing.

Elisa, well, look, Mr. Ricardi... You seem like a caveman with money. You want to sell cardboard hamburgers from MacTonto's and chicken full of estrogen and trans fats in my place. My coffee is real. My cakes are real. My life is real. And it's authentic, it's from here, from this, my neighborhood.

Ricardo:

(Approaches her, with a malicious smile)

You know... and I'm telling you this without the slightest bit of respect... You are an old and old-fashioned mule. I don't know how I could have come to like you... Your place is a horrendous blemish in what is my global village! But anyway... at Cuaz Corporation we got tired of waiting for you, so we've had to use other methods. We've had to take other... measures...

(At that moment, the three Warriors enter the cafe, with bats and banners that say: "NO TO GENTRIFICATION" and "THE NEIGHBORHOOD IS NOT FOR SALE").

Warrior 1:

(Shouts)

Elisa, don't let yourself be fooled by this malevolent, criminal, nauseating son of the Devil!

Warrior 2: (To Ricardo)

Old dog, pig, swine, scoundrel.

Warrior Girl:

We've been hunting him and right now we're going to put him in his place, the trash!

(The sound of a cell phone is heard. Ricardo smiles cynically. Ricardo answers and speaks as if he were talking to a bank).

Ricardo:

Yes, yes, I have authorized the transfer. Five million dollars. To Elisa's account. You say you verified her account? Excellent... Yes, that's the name, Elisa del Campo. (He hangs up) You know... it wasn't that difficult to find out your account number... (He turns to look at Old Leo, who makes gestures of total incomprehension)... That's what happens for not accepting credit cards... But at least you accept transfers, right, Leo? (Leo puts his hand to his head. He realizes he was set up).

Elisa:

(Agitated)

But how dare you. You... You... The only new customer... Bastard!

Ricardo:

Don't get agitated! You have already received the deposit for the sale of your place! And you are obligated to accept, you know? I have notified the transaction to the department of control and supervision and my lawyers are ready to sue you if you refuse to comply with the deal.

Elisa:

I don't believe a word you say. You are a heartless man! A gentri... gentri... fier! Do you think you can do whatever you want?

Ricardo:

(With cynicism)

Of course. How do you think business is done if someone doesn't agree to negotiate? Excuse the... It's the law of the market. You know? You either sell or I get you out of the way. There are those two choices. Something very good can come out of all this... (Expressing his attraction for Elisa again without wanting to) Now that you're rich maybe you'll catch a husband who loves you just as beautiful and old-fashioned as you are.

Elisa:

No, I don't accept it! I'm going to ask you to leave this instant.

Leo:

(Comes out of the kitchen, with a large chef's knife in his hand)

Elisa, don't let him go! I'm going to make him back down and cancel his whole horrible trap!

Ricardo:

(With fury)

I have a whole team of lawyers on my side! I'm leaving, but you two are going to have to get out of here faster than you can imagine!

(Ricardo prepares to leave but the Warriors intercept him).

Warrior 1:

(Sharp, powerful)

One moment! Enough of so much abuse and rudeness! We will hold a summary trial against this heartless man!

Leo:

(With his knife)

And I will not let him go until he signs a document admitting that the place is Elisa's!

(The warriors tie him to a chair. Ricardo refuses, but Leo's knife and the Warriors' strength force him).

Ricardo:

(With a bitter laugh)

A trial? Against the free market? Please. And after you tie me to the chair, what will you do? The deal is already consummated. Consummatum est.

Warrior 2:

(Approaches with a clenched fist)

I don't like you. You and everyone like you. Admit your crimes! Admit that gentrification is a moral crime!

Ricardo:

(He gets comfortable in the chair)

I admit there have been... excesses. Yes. There are people who don't fit in. Their homes are sold and their shops are replaced by things that no one needs but everyone wants. My lawyers take care of the inconveniences. But I don't regret it. It's progress. The global village is for those who build it, not for those who stay in the past.

Leo:

He's lying! He's lying like a vile snake! Now sign this document! (He hands him a paper "made on the fly")

Ricardo:

(Checking the little paper with a condescending air. With a dramatic sigh, as if surrendering to a whim)

At least you know the power of a signature, you old cheater. Fine. I'll call my lawyers to desist from the attempt to buy the place. And I'll sign. It's not the first time I've lost a battle, but I've already won the war.

Warrior 1:

Good! And hand over your ID. Sign here, and also here, on the margin... Very good...

Ricardo:

(Signs, resigned and with mixed emotions. They untie him from the chair and he tries to look less disheveled. Then he looks at Elisa with intent)

I wish things could have been different, Elisa. You... I like you and you know it.

Elisa:

(In a very comical tone)

Ah, ha, ha, ha... Well, I don't like you, not at all. I'd rather marry Don Leo than think about joining a guy like you.

Leo:

(His eyes light up and he says, with a smile)

Me...? Really?

(Everyone dies laughing at the disproportionate proposal).


Blackout.